Eduardo Carrizosa, MD
Las crisis de hipertensión arterial, con su correspondiente alarmante sintomatología, constituyen un volumen significativo de las consultas en los servicios de urgencias. Hasta hace poco tiempo se hablaba de hipertensión maligna para describir la situación caracterizada por cifras tensionales que ponían en peligro la vida del paciente si no se obraba con prontitud y certeza.
En la actualidad, se plantean diferencias en esta condición clínica de acuerdo con el compromiso o indemnidad de los llamados “órganos blanco” (sistema nervioso, corazón y riñón). Generalmente la crisis hipertensiva se presenta con valores de tensión diastólica superiores a 120 mmHg; es dos veces más frecuente en el sexo masculino entre la cuarta y la quinta década de la vida. Sin embargo, no se debe encasillar la crisis hipertensiva en forma absoluta por las cifras de tensión diastólica, pues cifras menores pueden constituir una crisis, como se observa especialmente en niños; de otro lado, cifras superiores a 120 mmHg pueden ser inocuas en un adulto hipertenso crónico.
DEFINICIÓN
Emergencia hipertensiva (EH) es la situación clínica de hipertensión acompañada por compromiso de órganos blanco, que de no tratarse en forma pronta e intensa pone en peligrola vida del paciente.
Urgencia hipertensiva (UH) es la situación clínica con hipertensión pero sin compromiso de los órganos blanco, y requiere tratamiento pronto pero no tan intenso.
Hipertensión maligna (HM), término hoy en desuso, se refería a pacientes con cifras tensionales elevadas, papiledema y cambios vasculares caracterizados por la hiperplasia de las arterias de mediano y pequeño calibre, descritas como en bulbo de cebolla. Este cuadro es hoy parte de la EH.
Hipertensión acelerada, es término que se debe cambiar por UH.